jueves, 12 de febrero de 2015

MALOS HÀBITOS PARA LOS DIENTES DE LOS NIÑOS.




Autor: Lidia García-Fresneda

El cuidado de la boca no empieza con la primera caries. Es importante vigilar la salud de los dientes desde el primer momento: prevenir problemas dentales es mucho más sencillo que curarlos. Para lograrlo debemos erradicar los malos hábitos (algunos compartidos por padres e hijos) y animar a nuestros hijos a adoptar rutinas básicas de higiene. ¿Cuáles son los malos hábitos para los dientes más frecuentes?

Una higiene dental deficiente

No cepillarse los dientes después de cada comida o hacerlo insuficientemente está en el origen de las temidas caries, porque permite que el azúcar se quede demasiado tiempo en la boca.

Cómo actuar

  • Cepillarse los dientes justo después de cada comida (imprescindiblemente por la noche) y, si es posible, también después de comer productos dulces.
  • Utilizar cepillos y pastas infantiles, con menos flúor que las de los adultos, hasta los doce años. Un exceso de flúor puede generar antiestéticas manchas en los dientes.
  • Hay que cepillarse durante al menos cinco minutos y siempre desde la encía al diente. Solo en las caras triturantes de las muelas está aconsejado el cepillado lateral.
  • Si el niño come esporádicamente en un lugar donde no puede lavarse los dientes (como una excursión) podemos darle una manzana de postre, o caramelos o chicles anticaries, como solución puntual.

Chuparse el dedo

La presión continuada del dedo en el cielo de la boca deforma la arcada dentaria superior. Si el hábito se abandona pronto lo normal es que, con el crecimiento, el paladar recupere su forma original de manera espontánea. Si el niño sigue chupándose el dedo pasados los cuatro años, tiene más posibilidades de necesitar ortodoncia en el futuro. Con el chupete también se ejerce una presión continua en el paladar superior con los mismos resultados. No obstante, hay chupetes anatómicos que pueden minimizar los efectos.

Cómo actuar

El reflejo de succión calma al niño. Por eso, cuando no abandona el hábito espontáneamente hay que preguntarse si está ansioso o tiene problemas. La educación y la paciencia son más efectivas que cualquier líquido de sabor horripilante. Los métodos como impregnar el dedo con un líquido amargo o recriminar insistentemente esta costumbre son ineficaces.

Mojar el chupete en azúcar

Cada vez es menos frecuente, pero aún existe la costumbre de mojar el chupete en azúcar (o miel, que está contraindicada en los primeros meses) para calmar a los más pequeños. Es una pésima costumbre que puede generar numerosas caries infantiles.

Cómo actuar

No hacerlo. Podemos calmarlo paseándolo, jugando con él...

Dieta con exceso de azúcares

Tanto los azúcares refinados como los alimentos muy ácidos (ciertos zumos de frutas, por ejemplo), ponen en peligro la salud de los dientes. Si los tomamos, deberíamos cepillarnos los dientes inmediatamente después.

Cómo actuar

A partir de los tres años podemos sustituir las golosinas por frutos secos. Si no las podamos evitar, animaremos al niño a cepillarse los dientes lo antes posible. Haremos lo mismo con los dulces, mejor artesanales que industriales y los reservaremos, igual que los zumos, para momentos ocasionales. Es mejor darles la fruta entera porque tiene menos azúcares, y más vitaminas, minerales y fibra, y ayuda a la autolimpieza de la boca.

Dejar que se duerma con el biberón

Además de deformar la arcada superior, puede dar lugar a caries irrestrictivas. Esta caries “del biberón” se reconoce porque aparece en la mayoría de los dientes, y hace que toda a boca presente un color negruzco. Se debe a que el contenido del biberón suele ser dulce o azucarado y se queda toda la noche en la boca. Tiene difícil solución por lo que es imprescindible prevenirla.

Cómo actuar

Evitar a toda costa que el niño se quede dormido con el biberón.

Rechinar los dientes por la noche

  • Rechinar los dientes es habitual en niños con dentición de leche, aunque no se conoce al causa. Y, en contra de la creencia tradicional, no son las lombrices las culpables.
  • Solo hay que preocuparse si el niño sigue haciéndolo con los dientes definitivos, ya que este hábito puede llegar a desgastar su dentadura, generar problemas en las articulaciones que unen la mandíbula inferior al cráneo, y causar dolores de cabeza.
  • Si el niño tiene los dientes de leche, solo hay que acudir al dentista si el rechinar es muy exagerado, (cuando el desgaste llega a la parte más profunda del diente), para poner algún tipo de aparato de protección.
  • Si el pequeño rechina con la dentadura definitiva, es importante acudir al dentista, ya que puede tratarse de bruxismo. Lo más probable en este caso es que le hagan una férula de descarga para que no desgaste sus dientes y propongan al niño ejercicios de relajación para soltar la tensión de la mandíbula.

Darles toda la comida triturada

Morder supone un masaje y un estímulo para la encía, y un entrenamiento para los músculos de la cara y la lengua. Introducir los sólidos demasiado tarde es contraproducente para el correcto desarrollo de la boca del niño.

Cómo actuar

Empezar a darle sólidos desde que aparece el primer diente, para que pueda utilizar los músculos de la masticación y su boca se desarrolle normalmente.

¿Cuándo tiene que ir un niño al dentista?

  • A partir de los tres o cuatro años podemos llevarle a una revisión dental, mínimo una vez al año, aunque no tenga problemas.
  • En caso de caries. Aunque sea en un diente de leche, ya que estos también se empastan para evitar más daño.
  • Ante cualquier golpe en la boca, incluso si aparentemente no hay lesiones. Aunque no sangre, la pulpa de los dientes de leche puede haberse reventado. En la dentadura definitiva también puede haber daño en el nervio o la pulpa, sin dar señales.
  • Cuando un diente se rompe. Si la rotura es pequeña, no pasa nada. Si afecta a la dentina (debajo del esmalte), se puede reparar. Si afecta a la pulpa, requiere un tratamiento urgente.
  • Si un diente definitivo se golpea y se sale completamente, raíz incluida, es muy importante recoger el diente, limpiarlo con un chorro de agua, meterlo en suero fisiológico o leche templada y acudir inmediatamente al dentista, ya que ese diente se puede reimplantar de nuevo con posibilidades de que vuelva a prender. Si se fractura por la corona, esto es, por el borde de la encía hay que guardar el fragmento, pues a veces se puede pegar.
  • Si sus mandíbulas no coinciden al morder, o una mandíbula no crece con normalidad. No hay que esperar a que la boca esté totalmente formada para poner una ortodoncia.                                                                                         






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