La teoría de inteligencias múltiples de Gardner se considera un planteamiento disruptivo dentro de la psicología y,
por extensión, de la enseñanza puesto que supone un giro muy importante en la forma de entender la inteligencia.
Se pasa de un concepto rígido, homogéneo y donde predominaba la valoración de los resultados académicos, a
una visión mucho más amplia y heterogénea de la inteligencia, en la que se incluyen múltiples variables y se
ponen al mismo nivel competencias y habilidades personales que hacen referencia a distintas áreas del saber
y del conocimiento, desde cuestiones muy técnicas, como la resolución de problemas de lógica, matemáticos o
espaciales a áreas artísticas o emocionales.
miércoles, 21 de enero de 2015
¿POR QUÉ USAMOS OTRO TONO CUANDO HABLAMOS CON BEBES?
¿Conoce ese tonillo agudo y tontorrón con que los padres con frecuencia hablan a sus bebés? Los investigadores del lenguaje lo llaman «dialecto mamá» o «lenguaje infantilizado» y, según la doctora Jenn Berman, autora del libro «Superbebé» (Everest) «verdaderamente ayuda a que los niños desarrollen el lenguaje en los primeros años». «Esta forma de hablar se ha observado en muchas culturas y países diferentes, y a los bebés les encanta. Los estudios demuestran además que los pequeños expuestos a este modo de hablar tienen un vocabulario más amplio y más precisión gramatical», asegura. Berman diferencia, además, entre el «dialecto mamá», y el «habla infantilizada»: «No emplee habla infantilizada cursi. Su trabajo como padre consiste en modelar un habla correcta, no en decir guaguau o pío pío. Tampoco tiene que ser formal (y es importante divertirse), pero usar habla infantilizada puede dar a su hijo una información equivocada del lenguaje. A diferencia del habla infantilizada, el dialecto mamá no refuerza ese habla incorrecta, porque emplea las palabras correctas, perro y pájaro.
Según esta obra, hay varias razones por las que se cree que el «dialecto mamá» es beneficioso:
—Capta la atención del niño porque el tono, inflexión y aatención que lo acompañan dicen: «esta conversación es para ti».
—Al niño le resulta fácil seguir este habla de ritmo lento, debido a que los bebés procesan la informción auditiva dos veces más despacio que los adultos.
—Revela sus emociones al hablar, lo que ayuda a conectar y a aumentar su interés por lo que usted dice.
—Tiende a ser alto y directo, lo que ayuda al pequeño a separar lo que usted está diciendo de otros sonidos de fondo; esto resulta especialmente útil, ya que el oído de los pequeños es mucho menos sensible que el del adulto.
—El timbre se encuentra en el rango de frecuencia al que el bebé es más sensible.
—Sus pronunciaciones exageradas ayudan al bebé a distinguir sonidos y voces.
Eso sí, advierte Berman, los expertos recomiendan reducir este tipo de charla cuando el niño tenga de 18 meses a dos años y medio de edad. «A esa edad llega la explosión del vocabulario, y es cuando el tema comienza a ser interesante», concluye esta experta.
FUENTE: C. Fominaya. ABC.es familia.
martes, 20 de enero de 2015
CÓMO EDUCAR SIN GRITOS.
Siempre se ha dicho que la tarea de educar es muy difícil, y no le falta razón al dicho. No solo difícil, sino cansada, pero las recompensas que puede otorgar no tienen precio. Por desgracia no siempre educamos como nos gustaría, como planificamos o como pesamos que debemos hacerlo. En ocasiones el cansancio, otras por la falta de tiempo, en otras por el carácter del hijo o por las situaciones… Pero lo que nos debe quedar claro, es que gritar no es un recurso educativo adecuado, ni para el hijo ni para los padres.
¿Por qué gritamos?
Los gritos o los “levantamientos” de voz, constituyen un recurso del que muchas veces echamos mano para educar a nuestros hijos. Varias son sus supuestas ventajas y por las cuales recurrimos a ello:
– Es sencillo de utilizar
– Es rápido
– No requiere de un desgaste intelectual para su uso
– Infunde un carácter de autoridad al que lo utiliza
– Le confiere mayor importancia a la situación que ha causado el grito…
La cuestión es que no sopesamos los supuestos “beneficios” de gritarles con los reales perjuicios que pueden ocasionar.
¿Qué perjuicios ocasiona educar con gritos?
Nunca deberían utilizarse como un recurso educativo. Solamente son excusables, cuando de forma instintiva les utilizamos ante una amenaza o peligro en el que nos vemos envueltos o bien puede afectarles a nuestros hijos. El ejemplo más común: el niño va corriendo por la acera en dirección al paso de cebra y no se para; es normal que peguemos un grito para alarmarle y conseguir que se pare antes de exponerse al peligro de atropello.
Los perjuicios que produce cuando se utiliza como recurso educativo habitual son múltiples e importantes, y debemos tenerlos bien presentes en aquellos momentos en los que la paciencia o el agotamiento nos vencen:
– En niños pequeños, que todavía se están desarrollando, las investigaciones han demostrado que perjudica y altera el sistema nervioso, pudiendo producir afecciones importantes a larga distancia en la maduración del mismo.
– Los niños aprenden de esta forma de actuar de sus padres, que es un recurso útil, eficaz y válido ante conflictos y situaciones que requieren intervención, por lo que es altamente probable que comiencen a utilizarlo.
– Los gritos pierden su efecto de posible modificador de conducta en el momento que se utilizan de forma repetida, ya que el niño se habitúa, y se convierte paulatinamente en alguien que los usa y no sabe hablar en un tono normal.
– Habla muy poco en nuestro favor y en nuestra capacidad de control de impulsos, con lo que el ejemplo que le damos, no es nada bueno.
– Utilizar los gritos de forma repetida lo único que consigue es mantener al niño en un estado de estrés y de nerviosismo, completamente perjudicial para su desarrollo.
– Puede llegar a considerarse una forma de maltrato infantil, y esto sí tiene repercusiones en la personalidad del niño.
– Según estudios, un método educativo que utiliza de forma continua los gritos, puede desencadenar en el futuro del niño problemas de salud mental como la depresión y la adicción a sustancias y alcohol.
– El uso de los gritos también hace que nos estresemos y nos pongamos nerviosos nosotros, los padres, con lo que a veces se puede convertir en una espiral difícil de contener o de escapar de ella.
– Los niños se acostumbran a obedecer solo cuando se les grita, para ello, antes les repetiremos inútilmente las cosas 30 veces, y en la 31ª, gritaremos. Al cabo de un tiempo esta espiral arrastra a los padres, y en vez de gritar a la 31 gritan (o gritamos) a la 2ª ó 3ª, para ahorrarse el resto de las inútiles repeticiones. ¿Os parece adecuado el sistema?
La labor de los padres es agotadora en ocasiones para conseguir que obedezcan, pero dependen de la constancia, y no de los gritos, el que lo consigamos de forma correcta. Nadie dijo que educar fuera sencillo, pero las satisfacciones que nos dan nuestros pequeños lo compensan todo.
Es curioso ver en el juego de los pequeños, como se reflejan las actitudes y comportamientos que aprenden de los que les rodean. Cuando un hijo/a juega castigando o gritando a sus muñecos, no suele ser un buen síntoma.
Está claro que no vamos a poder controlar todas las influencias que reciben nuestros hijos a lo largo de su vida y de su desarrollo, y que son las que van conformándole como persona y generando su carácter y su personalidad. Pero lo que también está claro es que aquellas que sí podemos controlar son precisamente nuestras influencias, y dependen exclusivamente de nosotros.
Consejos alternativos al uso de los gritos
Es muy difícil detener un grito cuando surge de forma instintivamente como os lo he comentado anteriormente, pero en ocasiones los usamos a menudo y acabamos por convertirlos en un hábito. Éste hábito sí es controlable y extinguible, y depende de nuestra capacidad para educar de otras formas, el que lo erradiquemos de nuestro repertorio como padres.
Algunos consejos que pueden ayudar a evitar su uso son los siguientes:
– Algo que siempre os digo, antes de dar el grito, aunque os haya roto algo de la casa, o haya pegado al hermano o lo que sea que haya hecho, pararos un segundo y reflexionar, poneros en su punto de vista y buscar los motivos de su actuación. A lo mejor desde vuestra posición no es justificable su acto, pero sí desde la suya, y hay que tener en cuenta que los niños viven el “aquí y ahora” sin contemplar las consecuencias. Esto debe tenerse en cuenta para valorar sus actos, e intentar, siempre de forma relajada, acercar su punto de vista al nuestro y viceversa.
– En la mayoría de los casos estaréis dos, el padre y la madre. Es una enorme ventaja, ya que hay días que uno los tiene peor y a lo mejor el otro está más relajado. Utilizad esto en vuestro favor. Que actúe el que está más tranquilo y que éste sea el que saca de la situación al otro hasta que se calme.
– Planificad y hablad bien las cosas entre vosotros. Necesitáis saber cuáles son los límites y las normas que proponéis en vuestra casa, la alianza y la unión entre los dos miembros de la pareja es fundamental.
– Con todo esto no quiero decir que haya que ser permisivo, que sería lo contrario a aquel que utiliza constantemente los gritos, autoritario. La permisividad y la pasividad tan poco son buenos ayudantes. El mejor es el estilo parental democrático. Os aconsejo que leáis el artículo Estilos educativos de los padres: ventajas e inconvenientes.
– Nuestros hijos son personas y como tales, merecen ser escuchados con atención antes de reprocharles nada. Esto además les enseña, que para la solución de conflictos, un método válido es el diálogo.
– Por mucho que parezca increíble, susurrarles o hablar en voz baja les puede desconcertar, y ayudará a que se motiven a prestar atención. Yo mismo lo he probado con un grupo de 9 niños desaforados en unas cuantas ocasiones y es completamente eficaz.
– No tenemos por qué tener siempre la verdad absoluta de todo solo por ser padres. Por ello, cuando nos equivocamos, aunque nuestro hijo tenga 3 añitos, es bueno reconocerlo delante de él y que nos preste atención. Le enseñamos a reconocer errores.
– Para conseguir que tu hijo te obedezca, lo más adecuado es motivar, reforzar con elogios todo aquello que hace bien, corregir con el diálogo todo lo que hace mal y enseñarle siempre cuál es la forma correcta de hacerlo. Está claro que esto, en ocasiones, es mucho más cansado que alzarle la voz en un momento determinado, pero las consecuencias son mucho peores.
– Aunque suene a tópico, canaliza tu frustración, ira o tu rabia en otra actividad que sea más útil que gritarles. Haz deporte, es una actividad que te beneficiará a ti y a ellos, o bien busca otras actividades que te sirvan. Desde luego yo me quedo con el deporte, ayuda a mantenerte sano y en forma, a la vez que te permite “quemar” esos excesos de tensión física y psicológica.
Sigo pensando que gritar a nuestros hijos es algo completamente habitual; eso ha hecho precisamente que lo consideremos como normal, cuando no lo es. ¿Quién no ha visto la típica rabieta del niño y la madre o el padre al lado pegándole un grito? El que lo veamos como normal y habitual, repito, no es porque realmente lo sea.
Si usáis los gritos como recursos educativos, con el artículo no he pretendido que os sintáis culpables, solamente pretendo que reflexionéis en este tema. No es conveniente gritarles, ni para ellos ni para nosotros, y es algo que podemos controlar completamente. Habladlo y pensad.
Fuente:psicoglobalia.com
TÉCNICAS PARA NO GRITAR A LOS HIJOS.
Pautas para los padres con poca paciencia
Muchos padres se quejan de que dicen algo a sus hijos «por activa y por pasiva» y que no hacen ni caso. La cuestión es que la orden va tomando fuerza seún se va repitiendo más veces, hasta que llega un momento en que, los padres, desesperados, optan por gritar de nuevo la orden a la espera de mostrar al niño que ellos tienen la autoridad y asustarles para que cumplan de una vez por todas con lo que se le pide.
Por desgracia, se trata de una fórmula muy socorrida. Muchos padres salen del trabajo cansados, estresados y cuando están con sus hijos pierden la paciencia fácilmente. Lo malo es que el grito no es la forma más adecuada de lograr que obedezcan. Es más, las consecuencias son más negativas que positivas.
¿Qué se puede hacer para no gritar? Según Pedro García Aguado y Francisco Castaño, autores de «Aprender a Educar» (Editorial Grijalbo), es mucho más recomendable utilizar un tono serio sin elevar el volumen y repetir la orden como máximo un par de veces.
Apuntan que si estamos muy enfadados debemos tratar de tranquilizarnos durante unos minutos, recordar que nuestro objetivo es que nos escuchen, no desahogarnos. «Cuanto más lenta y plácidamente nos expliquemos, mayor atención captaremos». Los dos autores consideran también importante no perseguir nunca al niño por la casa gritándole, sino situarnos delante de él y explicarle lo que esperamos de él.
Si aún así, los padres no pueden controlar el grito, Pedro García Aguado y Francisco Castaño recomiendan seguir las siguientes pautas:
—Sujetaos ambas manos para frenar cualquier expresión corporal.
—Sentaos con el niño. Estar sentados reduce la tensión.
—Mirad al suelo, respirad profundamente y contad hasta diez.
—Un niño de menos de 9 años necesita el contacto visual para prestar atención. Una vez os esté mirando, habladle.
Fuente : ABC.es familia
lunes, 19 de enero de 2015
GUÍA DE MUTISMO SELECTIVO.
Os enlazo la guía para la detección, evaluación e intervención precoz en la escuela del Mutismo Selectivo, elaborado por el Centro de Recursos de Educación Especial de Navarra, CREENA. Una gran guía para los especialistas que trabajamos con alumnos con mutismo selectivo.
10 TIPS PARA TRABAJAR CON UN NIÑO QUE TIENE MUTISMO SELECTIVO.
10 tips para trabajar con un niño que tiene mutismo selectivo
El mutismo selectivo es un trastorno poco común (tiene una incidencia de 18 cada 10.000 personas). Los niños con mutismo selectivo pueden parecer tercos, incontrolables o irrespetuosos por el hecho de no poder hablar en situaciones estresantes para él. Un niño con mutismo selectivo puede llegar a ser tan ansioso en una determinada situación que puede mostrar las siguientes características: “congelarse” en su lugar, no ser capaz de hablar, no establece contacto visual o se sentirá agitado.
1. Adquirir una buena relación con el niño: “Invertir” tiempo para conocer al niño que tiene mutismo selectivo, sus gustos y sus aversiones, y participar con él en actividades divertidas y relajadas.
2. No obligar al niño a hablar: No engañar o sobornar al niño, no usar frases exigentes, tampoco es útil usar recompensas, amenazas o castigar al niño por no hablar.
3. Hacerle saber al niño que será capaz de hablar cuando esté listo: A pesar de que no estés esperando que verbalice al inicio de la terapia, sí es el objetivo final. Asegúrate de que el niño sabe que la meta es que él sea capaz de hablar sin ansiedad, pero no lo fuerces. Hay diferentes etapas de la comunicación que permite el progreso hacia la vocalización:
- Etapa 0: No responde / no inicia / “congelado”.
- Etapa 1: Comunicación no verbal a través de “pointing” / asiente / escribe / levanta la mano.
- Etapa 2: Comunicación verbal a través de sonidos roncos / susurra / llama la atención de alguien.
4. Educar al personal sobre el mutismo selectivo: Es conveniente informar a quienes trabajan en el lugar de estudios del niño lo que es el mutismo selectivo, cómo comunicarse con el niño y cómo ayudarlo a obtener ganancias en un ambiente educativo sin la presión de hablar.
5 .Conocer las situaciones en las que el niño se siente cómodo y en las que se siente incómodo hablando: Una vez que determine las situaciones en las que el niño se sienta cómodo/incómodo hablando, tendrás un punto de partida para la terapia. Podrás simular las situaciones en las que el estudiante si sienta cómodo hablando, y poco a poco añadir elementos o compañeros en un ambiente seguro para fomentar su comunicación verbal.
6. Tener una rutina estructurada: Las situaciones no estructuradas pueden hacer que un niño con mutismo selectivo sienta ansiedad. Deja que el niño sepa de antemano cualquier cambio que habrá en la rutina (ya sea visitas de otras personas o cambio de actividades).
7. Designar un lugar seguro: Ten un lugar seguro en la sala o en el hogar, a modo de “esfera”, donde el estudiante puede ir a tomar un descanso entre las rutinas diarias.
8.Enseñar estrategias al niño: Como el uso de tarjetas comunicativas, ayudas visuales, que piense con anticipación sus respuestas antes de contestar o decirle al niño con anticipación si puedes hacerle alguna pregunta, para que tenga tiempo para pensar en ello.
9.No obligar al niño a hablar como parte de una tarea: Más bien bien, darle crédito por algún trabajo escrito, dejar que haga una presentación de Power Point, grabarlo con una cámara en un ambiente tranquilo para que él o ella no tenga que presentarse delante de todos sus compañeros de clase y dejar que utilice gestos infantiles o la comunicación no verbal para contestar preguntas.
10.No permitir que otros hablen por el niño: A veces está bien dejar que un amigo hable por el niño con mutismo selectivo, si el niño lo permite o le susurra al otro niño lo que quiera decir. Es mejor que el niño con mutismo selectivo hable a través de otro a que no hable en absoluto. Sin embargo, si los demás responden por él todo el tiempo sin esperar alguna indicación del niño, es mejor enseñarles que el niño con mutismo selectivo tiene que aprender a usar su propia voz con más frecuencia y que esperen que él mismo les diga lo que necesite.
Fuente: fonoaudiologos.wordpress.com
MUTISMO SELECTIVO.
El mutismo selectivo es un problema de inhibición del habla que suele tener su inicio en la etapa preescolar. El trastorno se caracteriza porque el sujeto, pese a tener la capacidad del habla conservada, inhibe selectivamente la respuesta verbal delante de determinadas situaciones sociales o lo restringe a ciertas personas “de confianza” de su entorno familiar (normalmente padres y hermanos).
En algunas ocasiones, el mutismo puede iniciarse progresivamente como consecuencia de una timidez extrema o también a partir de alguna situación estresante (hospitalización, cambio de residencia, ciudad, etc.). Sea como fuere, el mutismo selectivo puede resultar altamente incapacitante tanto en el terreno educativo como en el social para los niños que lo padecen y siempre representa un problema a tratar.
Os adjunto un documento con información interesante.
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