lunes, 22 de febrero de 2016

EDUCAIXA. EDUCANDO DENTRO Y FUERA DEL AULA.









EduCaixa es la plataforma educativa de Obra Social "la Caixa" especialmente diseñada para que los docentes encontremos todo lo que necesitamos para preparar y organizar las clases. Clasificados por etapas educativas, recursos online con diferentes temáticas.


viernes, 19 de febrero de 2016

INFOGRAFÍAS E IMÁGENES EDUCATIVAS PARA NIÑOS DE PRIMARIA




Desde Mundo Primaria nos ofrecen  imágenes educativas para facilitar el aprendizaje de nociones básicas de las diferentes asignaturas de Primaria. Cada infografía ha sido diseñada pensando en llamar la atención de los alumnos a través de simpáticos dibujos, primando lo visual sobre lo escrito. ¡Con las imágenes educativas de Mundo Primaria aprender será mucho más divertido y sencillo!

miércoles, 17 de febrero de 2016

CÓMO AYUDAR A LOS NIÑOS A MANEJAR LA IRA.


La ira es una reacción emocional básica e instintiva que todos sentimos. A pesar de que se suele considerar negativa, en realidad se trata de una emoción muy útil y necesaria, del mismo modo que el resto de las emociones primarias. Es importante darnos cuenta de que esta emoción siempre surge por alguna causa concreta. Es posible que aparezca debida a situaciones externas a la persona (por ejemplo: a un niño no le dejan jugar a lo que él quiere) o bien por acontecimientos internos; esto es, la manera en que interpretamos diversas situaciones o recordamos acontecimientos pasados (por ejemplo: pensar que sus padres quieren más a su hermano). Lo más relevante es que surge cuando nos sentimos amenazados, cuando no conseguimos nuestro objetivo o cuando no logramos satisfacer un deseo.
Entonces, ¿por qué sentimos enfado? ¿Nos ayuda en algo? La respuesta es sí. La ira nos mueve a la acción: ayuda a defendernos, a superarnos y a poner nuestros límites. Por lo tanto, la ira en sí es adaptativa y la necesitamos expresar de alguna manera. Sin embargo, lo que realmente suele ser negativo es cómo reaccionamos ante dicha emoción, así como con qué intensidad la sentimos. ¿Existen maneras adecuadas para expresar el enfado? ¿Cómo podemos ayudar a los más pequeños?
Instintivamente, cuando nos enfadamos, el cuerpo se prepara para defenderse: aumenta nuestra activación fisiológica, sentimos el impulso de atacar y nos impide pensar con claridad. En la infancia ocurre exactamente lo mismo, con el añadido de que se tiene menos control de dichos impulsos si cabe. Por lo tanto, no debe ser ignorada ni intentar que los niños la repriman, sino enseñarles que existen otras maneras de expresarla de forma más adecuada y con consecuencias mucho más beneficiosas para todos, pues en ocasiones actúan de manera agresiva o descontrolada por el simple hecho de que no han aprendido otra alternativa.
¿Qué podemos hacer?
Validar la emoción. Debemos nombrarle la emoción para que aprenda a identificarla (“parece que estás muy enfadado”) y a detectar las primeras señales, así como explicarle que tiene derecho a sentir cualquier emoción, pero no puede admitirse cualquier comportamiento. También se le puede ayudar a relativizar su problema, analizando juntos cómo de grave es la situación y con qué intensidad está sintiendo ese enfado.
Ante sus expresiones de ira poco adecuadas, reaccionar con calma. En el momento en el que suceda una “explosión” de enfado, es preferible dejar que se calme primero. Después, se le puede ayudar a que reflexione sobre la causa de su enfado y sobre las consecuencias que pueden tener ciertas reacciones en los demás y en sí mismo. También ayuda hablar sobre qué puede hacer la próxima vez y facilitarle alternativas. Y, sobre todo, no enfadarse con él/ella precisamente porque se haya enfadado. Es preferible reaccionar con tristeza más que con ira, pues ver a alguien triste predispone a sentir cierta empatía y a ayudar a esa persona.
Estrategias para calmarse. Se le pueden enseñar distintos tipos de relajación a modo de juego (ser como un globo, soplar velas, imaginar oler una flor, pasar de robot a muñeco de goma, etc.) o diversas frases y estrategias que le ayuden a calmarse, tales como contar hasta diez, ir a otro lugar unos minutos, pensar en imágenes relajantes o distraerse haciendo algo que sea de su agrado.
Fomentar maneras adecuadas de expresar el enfado. Además de reducir las reacciones no adecuadas y enseñarle a relajarse, es imprescindible enseñarle cómo sí se debe actuar (por ejemplo, comunicando asertivamente “estoy enfadado, no me molestes ahora, por favor” o “me gustaría que jugases más conmigo”). Cada vez que logre manejar el enfado, hay que elogiarlo y felicitarlo, para que sepa que eso es lo que se desea que haga.
Centrarse en la solución. Una vez identificada, reconocida y expresada su emoción, si es algo que está en su mano, puedes ayudarle a pensar en cómo es posible arreglarlo. Es cierto que en ocasiones no podremos evitar o cambiar las circunstancias que nos rodean, pero siempre podremos aprender a controlar cómo reaccionamos ante ellas.
Ser un ejemplo. Si mantienes el control y comunicas lo que te enfada de manera asertiva y respetuosa, le estarás demostrando a tu hijo que es posible y que da resultado. En alguna ocasión en la que no se haya logrado este control, es preferible reconocer el error y pedir disculpas.
Acostumbrarle a experimentar frustración y no ceder a todos sus deseos. Es mucho más positivo que evitarle dichas situaciones constantemente. De esta manera, podrá aprender a detectarla y manejarla. Si no suele experimentarla, en cambio, cuando ocurra no sabrá qué hacer o pensará que enfadándose mucho conseguirá lo que quiere.

Visto en: Isep. clinic.

martes, 16 de febrero de 2016

BLOG EDUCATIVO, JOSÉ CALDERÓN. RECURSOS PARA DESCARGAR Y ACTIVIDADES DIGITALES INTERACTIVAS.



Os enlazo con el Blog Educativo del Colegio José Calderón, donde podéis encontrar numerosos materiales para descargar, clasificados por cursos, editoriales, materias, etc....
Mi enhorabuena a este blog por el banco de recursos tan completo que tiene.

lunes, 15 de febrero de 2016

TODO LO QUE APRENDE CUANDO LE ENSEÑAS A PEDIR PERDÓN.




Todos sabemos, por experiencia propia, lo difícil que es pedir perdón y reconocer los errores. Y a medida que nos hacemos mayores, más difícil es. Sin embargo, la persona que sabe perdonar vive más feliz, sin rencores y sin tantas presiones internas; perdonar se convierte así en una herramienta terapéutica para el alma. Y tan necesaria es para los niños como para los adultos.
Pedir perdón de manera consciente y voluntaria ayuda a los niños a:
  1. Ser responsables de sus actos
  2. Ser respetuosos con los demás
  3. Reconocer y cambiar comportamientos negativos
  4. Desarrollar habilidades cognitivas
Tres consejos para enseñar a los niños a reconocer sus errores y disculparse por ellos:
  1. A través de tu ejemplo
    No solo en las cosas que le atañen a él, sino como principio de vida en tu familia. En tu relación con tus hijos y con tu pareja. Con tus amigos, en el supermercado o en el pediatra. Reconocer los errores y disculparte por ellos si es que afectan a los demás debe ser un principio de vida y no solo una estrategia educativa. “Perdona hijo, he llegado tarde a recogerte; lo siento. Intentaré no volver a hacerlo”.
  1. Haz que reflexione en vez de obligarlo
    Tu hijo debe darse cuenta de lo sucedido. No des por sentado que un niño tan pequeño entiende que su amigo llora porque le ha quitado su camión. En lugar de obligarlo a pedir perdón, repasa la situación con él y hazle preguntas como éstas: “¿Cómo se sentía Carlos antes de que le quitaras su camión? ¿Y ahora que se lo has quitado? Imagina qué sentirías si tú estuvieras jugando muy contento y de pronto un niño llegara y te quitara tu juguete sin pedirte permiso. Qué tristeza, ¿verdad? ¿Qué te habría gustado que hiciera Carlos si él te hubiera quitado el camión? ¿Qué podrías hacer tú para que Carlos no estuviera tan triste?” De esta manera permites que tu hijo se percate de su error, encuentre su propia solución y una respuesta compensatoria.
  1. Enséñale a describir la situación
    Decir “perdón” no es lo mismo que “pedir perdón”, reconociendo el error y con la intención de no repetirlo. Para que un niño se percate de su responsabilidad en el acto, comprenda que se ha equivocado o que las consecuencias de sus actos han afectado a los demás debemos enseñarle a describir. Un niño pequeño solo lo aprenderá si te ve describir a ti en todos los contextos: “Te quiero pedir una disculpa por haberte gritado. Creo que no es necesario gritarte para decirte las cosas. Me he equivocado. En esta casa no se grita, se habla con cariño, lo siento”.
Nunca obligues a tu hijo a disculparse
En vez de ello, dale información de lo sucedido y una oportunidad para hacer algo por el otro. Es la única manera, junto a tu ejemplo, de que entienda hasta dónde llegan las consecuencias de sus actos, y busque estrategias reparadoras. Si lo obligas , solo consentirás que pida perdón por coacción u obediencia ciega, y que crea que así se resuelve la situación sin sentir ninguna necesidad de cambiar su comportamiento.

El objetivo de pedir perdón no es solo disculparse sino que haya un cambio en su consciencia, que entienda cuál fue su error y el alcance del mismo para así buscar estrategias que ayuden a que no lo vuelva a hacer. Se trata de que entienda que todos los errores tienen solución y que está en sus manos compensar la falta y evitar que se repita. Un error es una oportunidad de aprendizaje y no un medio para hacer sentir culpable o mal a los niños.
Al ayudarle a pedir perdón fomentas habilidades cognitivas como la percepción clara y precisa, instrumentos verbales adecuados, capacidad de considerar dos o más fuentes de información a la vez, capacidad de percibir y definir el problema, habilidad para diferenciar datos relevantes e irrelevantes, amplitud del campo mental, Interiorización del propio comportamiento, pensamiento hipotético y comunicación descentralizada, entre otros.

Visto en: psicologiaparaninos.com

domingo, 14 de febrero de 2016

7 COSAS QUE PODEMOS ( Y DEBERÍAMOS) APRENDER DE LOS NIÑOS



Como adultos, muchas veces creemos que es necesario actuar tal como dictan las reglas, cumpliendo con ciertos estereotipos. Sin embargo, en algunas ocasiones es conveniente sacar nuestro niño interior y permitirnos ser un poco infantiles.
Por ejemplo, está bien pedir ayuda. Los niños dependen de sus padres para todo. No obstante, mientras vamos creciendo, perdemos la capacidad para aceptar cualquier apoyo, ya que creemos que debemos ser capaces de resolver todo por nosotros mismos.
Por otra parte, mostrar tu lado vulnerable suele ser de ayuda para hacer amigos. Se ha observado que los niños hacen amigos con más facilidad que los adultos.
También son capaces de mostrar sus emociones. Como adultos, es común que no expresemos lo que sentimos por miedo a lo que los demás piensen de nosotros, lo que en algún momento puede generar insatisfacción para relacionarnos con los demás.
Otro aspecto que debemos aprender de los niños es que no lo sabemos todo. Es normal que de pequeño tengamos mucha curiosidad por el mundo, pero, conforme crecemos y vamos aprendiendo cosas en la escuela, con la familia, en el trabajo, etcétera, creemos tener todas las respuestas y dejamos de buscar e interesarnos por nuevas cosas.
Finalmente, algo importante es que podemos intentar cosas nuevas sin estar totalmente preparados. Aunque los niños se encuentren en desarrollo, les es fácil intentar nuevas cosas sin preocuparse si cumplen o no con los prerrequisitos necesarios. Si les interesa algo, lo intentan, así de fácil. Los niños son el ejemplo de que no necesitamos estar preparados para seguir adelante.
Por otro lado, no hay etapa en la vida en que contemos con mayor capacidad de asombro que la infancia. Los niños son los mejores observadores que existen, una cualidad que lamentablemente vamos perdiendo conforme crecemos y asumimos rutinas de vida que nos impiden ver lo maravillosas que pueden ser las cosas. Por eso, no olvidemos que ¡sigue habiendo un mundo entero por descubrir!
Por último, algo que deberíamos aprender de los niños es su ausencia de prejuicios. Como adultos, tendemos a instalarnos poco a poco en una zona de confort, rodeándonos de gente que piensa como nosotros y otros tantos elementos que van acordes al estilo de vida que pretendemos llevar. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no hay por qué temer a la gente ni a las ideas que no nos resulten familiares. El hecho de que no formen parte de nuestro entorno inmediato no significa que nos vayan a perjudicar en ningún sentido, sino todo lo contrario.   

Visto en: psicologiaparaninos.com

CÓMO AYUDAR A MI HIJO A QUE NO SE CHUPE EL DEDO.



Chuparse el dedo es una conducta habitual y fisiológica en los bebés y niños de corta edad; pero cuando este hábito se prolonga en el tiempo puede originar complicaciones, por lo que es necesario corregirlo a tiempo.
Si esta costumbre se prolonga en el tiempo, se recomienda intentar eliminar este hábito lo más temprano posible, ya que, al contrario que el chupete, que se puede retirar sin más, el dedo no puede “desaparecer”. La erradicación de este hábito, por tanto, requiere una intervención más activa y firme por parte de los progenitores. Es importante comenzar a quitar el hábito entre los tres y los cuatro años.
Los perjuicios que puede causar la costumbre de la succión digital o chuparse el dedo son importantes para los pequeños cuando el hábito se prolonga en el tiempo:
  1. Mal alineamiento de los dientes.
  2. Problemas fonéticos y de pronunciación.
  3. Alteraciones en los dedos.
  4. Incluso trastornos emocionales.
Según los niños van creciendo van adquiriendo más fuerza en los órganos fonoarticulatorios para hablar y para comer. Esa fuerza hace que la succión del dedo sea cada vez mayor, lo que puede modificar su anatomía bucal.
Para ayudar a corregir esta costumbre la actitud de los padres es muy importante. Nunca se debe recriminar al niño en público ni ridiculizarlo, hay que tener en cuenta que es un hábito que ha adquirido desde la etapa intrauterina y ponernos siempre en su lugar. Posiblemente no sea suficiente con decirle repetidamente que no se chupe el dedo, ya que eso puede aumentar su ansiedad y perpetuar aún más la práctica.
Como mejor se puede erradicar el hábito es buscando el desencadenante de esta conducta:
  • Para conciliar el sueño cuando el pequeño está cansado. Podemos buscar otro estímulo que le reconforte a la hora de dormir como puede ser un peluche o una almohada.
  • Para tranquilizarse en momentos de ansiedad o nerviosismo. Los padres deben buscar vías alternativas para calmar a su hijo en estas circunstancias: un simple abrazo, una caricia o charlar con él y atender a sus miedos puede resultar efectivo.
  • Como un acto reflejo del niño ante el aburrimiento. Se recomienda proporcionarle distracciones que impliquen el uso de sus manos, con el fin de que de forma instintiva no recurra a ellas durante el juego y no se lleve el dedo a la boca.
Si aún así no conseguimos que nuestro hijo deje de chuparse el dedo os dejo algunos consejos útiles para ayudar a tu hijo a dejar de chuparse el dedo:
  • Hablar con él con una explicación sencilla y que sea acorde a su edad. Hay que encontrar un momento que sea adecuado donde el pequeño esté tranquilo y nosotros podamos dedicar el tiempo necesario a la explicación.
  • Sistema de recompensas: es un sistema sencillo que puede dar grandes resultados. Se fijan pequeños objetivos diarios o semanales, a corto plazo, que merecen una pequeña recompensa si son conseguidos (una pegatina, un pequeño juguete…). Se puede ir aumentando el nivel de exigencia progresivamente, consiguiendo que tu hijo se sienta orgulloso y satisfecho de alcanzar sus objetivos. Así se consigue cambiar la conducta y mejorar la autoestima. Podemos hacer un registro semanal y ponerlo en la nevera para ir viendo los progresos.
  • Los métodos clásicos caseros, como poner sustancias amargas en el dedo, cintas, guantes… pueden utilizarse tras explicarle al niño el objetivo y solo si está de acuerdo. Si no puede interpretarse como una castigo, aumentando su miedo y reforzando la conducta de chuparse el dedo.
Las situaciones que suponen grandes cambios en la corta vida del niño, como el inicio del curso escolar o la llegada de un hermanito, no son los momentos más propicios, es mejor empezar a tomar medidas los fines de semana o en periodos vacacionales.
Cuando el problema persiste más allá de los 5 años es recomendable consultar con el pediatra o con el psicólogo infantil, que considerarán derivarlo al logopeda y al odontopediatra si la situación lo requiere.
Hay que ser constantes para evitar que aparezcan problemas en la dentición definitiva. Cuanto antes eliminemos el hábito, menor repercusiones tendrá.

Visto en: Isepclinic.blog
Autora: Carmen Pérez Araujo.